Nada hay que me consuele, pero sigue creyendo, y creeré
siempre, en la acción de Jesus vivo en las almas y en la historia. En verdad,
es inmensa la gangrena, “la ruina”, como decía el santo Padre Pio de
Pietrelcina; más “Jesus, el hombre- Dios, existe y obra por sí”.
Narra Giuseppe Prezzolini (1882-1982), en el libro Dios es un
riesgo (Milan, ed. Rusconi, 1979), que en 1955, de vuelta de América después de
dieciséis años, visito a Mons. G. B. Montini, que aún era arzobispo de Milán.
Este le preguntó, entre otras cosas, qué le parecía Italia después de una
ausencia tan larga. Prezzolini, al que ningún lazo unía con el credo católico,
respondió: “¿Quiere que diga la verdad? Italia es un prado magnifico en el
nacen flores perfumadas, pero que se alimentan de una capa profunda de
estiércol”.
Así es, por desdicha: esta sociedad, este mundo en el
vivimos, es un muladar, o por mejor decir, algo semejante a Sodoma y Gomorra.
Pecaríamos de ceguera o ingenuidad si lo negáramos. Mi mamá me decía que “hay
muchísimos compañeros malos con los cuales no se debe tratar”, o dichos con
otras palabras, con los cuales no se debe dialogar”.
Más a partir de 1960- 1962, por el contrario, se prefirió
el optimismo benigno y desistente, el
diálogo fácil y peligroso. Los rectores de la Iglesia comenzaron a sonreír a
todos; los eclesiásticos se fueron con “los compañeros malos y, como era
natural, nada bueno vino de ahí.
Con razón diría hoy Prezzolini a los herederos de Montini-
Pablo VI que Italia y el mundo son un muladar. Con todo, y pese a su laicismo,
veía aquel que nacía y se desarrollaban
flores perfumadas, auténticos lirios, podríamos decir. También a
nosotros nos pasa lo mismo: encontramos almas de una belleza singular-
muchachos, jóvenes, esposos, sacerdotes, gente consagrada en el mundo- allí
donde se ha conservado la fidelidad a la traición católica por parte de
individuos, familias, pequeños cenáculos y fundaciones de hoy.
Y nos preguntamos
entonces: Pero ¿de dónde vienen éstos? ¿Quién los ha formado así? Quien se
formula tales preguntas (el que esto escribe), cuando le es dado encontrar
dichas almas, no es Prezzolini, sino alguien que ama a Jesús, el divino
seductor. Son las almas en cuestión de condición humilde de casi siempre,
desconocidas para el mundo (incluso para las “testas mitradas”, que buscan en
otra parte a los “laicos comprometidos” - ¿con qué?-) y a sus colaboradores-
¿para hacer qué?-).
Me ha sido y me sigue siendo dado encontrar a estos “amigos
de Jesus”, de los que se burlan a veces ciertos sacerdotes y determinados
obispos como si se tratara de gente inmadura, de individuos que nunca hubiesen
alcanzado la edad adulta, de auténticos retrógrados. Con ellos no se tienen
atenciones, pese a que ruegan por sus pastores y son, precisamente, quienes más
los aman aunque estén degenerados. Estos amigos de Jesús son más amigos de Él
que muchos obispos y sacerdotes, que no pasan de ser managers de no se sabe que
empresa.
Conozco a un excelentísimo muchacho de 26 años, licenciado
en ciencias y matemáticas, que fue un domingo a un santuario, con su optima
prometida, a rezarle a la Virgen. Se acercaba la fecha de la boda y él le había
regalado a ella un pequeño rosario todo de oro, con el crucifijo y la medalla
milagrosa. Ella, con el corazón alborozado, se lo puso en el cuello y no se lo
quitó ya. Los dos comenzaron a recitar en paz el rosario en el santuario
mariano; él iniciaba las oraciones al desgranar las cuentas del rosario, y ella
respondía a los Pater y a los Ave Maria. Todo iba bien hasta que llegó de
improviso una monja, la cual, celantísima y preocupadísima, fue a encararse con
los dos “Angeles” rezadores del rosario y les espetó: “Pero ¿cómo? ¿Dos
muchachos guapos y jóvenes como vosotros rezando el rosario? ¡De ninguna manera,
no lo hagáis más, poneos al día! ¿De dónde venís? ¡Debéis rezar a la Palabra,
leer y meditar la Palabra y comunicaros
el uno al otro la resonancia que la Palabra provoca! “. Los dos se
quedaron aterrados y él le replicó lo siguiente a aquella monja antes de que
continuara. “¡Precisamente usted tenía que decirnos esto! ¡Debería de llevar el
rosario en su hábito y, sin embargo, no
lo lleva! Su hábito debería distinguirla como esposa de Jesus, mas, por el
contrario, no distingue ya nada de nada.
En cuanto a nuestras
plegarias, nosotros dos rezamos a Jesus y a la Virgen, no a la Palabra porque
no conocemos a ninguna santa de ese nombre. Sabemos que todos los papas rezaron
el rosario y lo recomendaron a los fieles, y que ilustrísimos científicos católicos, como Ampere y Medí,
rezaban el rosario todos los días. ¿Entendido, reverenda?”. La reverenda, que
no había comprendido nada, contesto, en lugar de avergonzarse, que no entendía
a los jóvenes de hoy, etc. El joven licenciado prosiguió, diciendo: “Usted
necesita comprender a Jesus, pues todavía no lo ha entendido… Luego debería
entender siquiera una cosa: ocúpese de
sus asuntos y deje en paz a dos criaturas que se preparan para el matrimonio
rezando el rosario a la Virgen”.
La reverenda se marchó por fin, farfullando que la
Iglesia aún no se había renovado del
todo.
Conozco asimismo a un hombre de 40 años que sigue célibe. Y
no porque sea feo, sino porque, según dice, “las muchachas son bellas- cuando
lo son-, pero Jesus es infinitamente más hermoso”. Misa y comunión diarias.
Confesión también, dos veces a la semana, movido por una extraordinaria sed de
limpieza. Servicio de monaguillo, en la Santa Misa de los días festivos,
vestido con un alba blanca y elegante. Testimonio de Jesus con la vida y la
palabra, incluso en su difícil ambiente de trabajo, donde ha de soportar
palabrotas y blasfemias. Es, asimismo, concejal de la oposición en un
ayuntamiento donde impera un centroizquierda de católicos- comunistas.
Puesto que el crucifijo había desaparecido del salón de los
plenos sin saber cómo ni por qué, pidió, cursando una solicitud oficial en toda
regla, que fuera devuelto a su sitio. Antes del debate sobre el asunto en el
salón de plenos, este joven hombre quiso
hablar de ellos con dos señores curas a
fin de recabar de los mismo alguna razón
más en favor del crucifijo. Los sacerdotes le respondieron: “¡Déjalo correr! No
te apures por una imagen. Hoy la política y la sociedad son laicistas. ¿Qué
pretendes? Da igual que haya crucifijo o no. ¡Eso no cambia nada!”. Los dos
prestes adversarios del crucifijo lo dejaron desconcertado, pero eso no
impidió que presentara “batalla” en pro
de Jesus…Luego se sometió a votación y solo obtuvo tres votos.
Una vez finalizada y perdida la votación, ese joven hombre
tuvo el valor de decir: “Señores, no son los muros los que sostienen el
crucifijo, sino que es el crucifijo el que mantiene en pie los muros, ¡Cuidado!
Sin él todo se desploma y… grande será nuestra ruina“.
He aquí, pues, amigos, un pedazo del mundo de hoy. Monjas y
curas que no quieren ni rosarios ni crucifijos, mas también jóvenes enamorados de Dios.
Si el mundo no ha sido aún reducido a cenizas, como Sodoma
y Gomorra, se debe precisamente a estas
almas, verdaderas flores perfumadas, que crecen en el muladar, auténticos ángeles
de carne y hueso que Dios envía a este mundo
para recordarle que hay otro mundo..
FUENTE: REVISTA CATOLICA
ANTIMODERNISTA COLECCIÓN 3, SI SI NO NO AÑO XVII, n. 178, MAYO 2007. PGNAS 7 –
8.
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