La “Nueva Teología” (o en Francés, la “Nouvelle
Théologie”) fue un movimiento
teológico que fue fundado en Bélgica en los años 30, que buscaba crear un
nuevo modelo de teología más acorde y accesible al mundo contemporáneo, dejando
de lado el intelectualismo aristotélico-tomista, y
comprender la Revelación en forma vivencial, o como decían ellos mismos: “Para
la elaboración y construcción de la Teología como hoy se enseña se han empleado
sistemas filosóficos griegos,
particularmente el aristotelismo.
¿No será posible en nuestros días armar otra Teología, moderna, sin dejar de
ser católica, pero elaborada según las
tendencias y esquemas conceptuales del evolucionismo, el idealismo, el
historisismo o el existencialismo?” (Comentarios a la Encíclica “Humani Generis”, Desclée de Brouwer,
Bilbao 1952, pag. 256).
FIG.1 - HEREJES CONGAR Y CHENÚ
Según ellos, la
Teología no debería ser tan racional, sino más
bien la realización de los misterios de Dios, una experiencia de
la fe mediante la participación existencial, o sea, debíase dejar atrás la
razón para entender las cosas de Dios e ir a la vivencia; renovar la
Teología actualizándola y adaptándola a las exigencias científicas filosóficas y críticas de nuestro tiempo.
Y la Revelación, no la entendían como el Mensaje de Dios dado a los hombres,
sino la Manifestación de Cristo en medio de ellos.
Esta corriente se
inició en los albores del siglo XX,
principalmente por los trabajos del P. Ambroise Gardeil O.P. (1909) y Pierre Rousselot S.J. (1910), pero no
llegó a posiciones realmente objetadas sino en los años 1937 y 1938 con la
publicación de “Une école de Théologie.
Le Saulchoir” del P. Marie-Dominique
Chenu O.P. y de “Essai sur le problème théologique” del P. Louis Charlier. La Escuela “Le Saulchier” (El
saucedal) fue protagonizada por herejes
modernistas como Pierre Teilhard de
Chardin, Henri de Lubac, Jean Daniélou, Yves Congar y el referido Chenu; aunque el que le
dio el nombre de “Nueva Teología” fue su máximo contradictor, el dominico Réginald Garrigou-Lagrange,
quien alertó que eran una manifestación del modernismo
condenado por San Pío X.
El 4 de febrero de 1942, el
Santo Oficio puso por decreto las obras de Chenu y de Charlier en el Índice
de los Libros Prohibidos, dándosele por primera vez el nombre de
“Teología nueva” a dichas tendencias:
“De
allí se pone de manifiesto que la Teología nueva que los escritores introducen
y propugnan… no propone nada de cierto y de constante que proporcione el
fundamento para construir una nueva doctrina más acomodada a las necesidades
que hoy existen” (Actas de la Sede Apostólica, 34 (1943) 37 y 148).
FIG. 2 - HEREJES RATZINGER Y CONGAR
Y en 1943 dijo:
“Aun
cuando no se atreven a hablar todavía de una nueva Teología, por lo menos no se
ruborizan en hablar sobre la nueva tendencia en la Teología”.
El 17 de septiembre
de 1946, Pío XII en persona se refirió al asunto diciendo a los Padres
Jesuitas que se habían reunido en congregación general para elegir a sus
superiores generales:
“A todos y cada uno de los que tienen la
ocupación de enseñar, de palabra o por escrito, la Teología, las Sagradas
Escrituras, las demás disciplinas eclesiásticas y también la Filosofía suene
muy alto la voz del Apóstol: “¡Oh Timoteo!, guarda el depósito de la fe,
dando de mano a las profanas palabrerías y contradicciones de la mal llamada
ciencia” (I Tim. 6, 20). Cierto es que en el planteamiento de las cuestiones,
en el desarrollo de los argumentos, en la elección del estilo y género
literario, conviene que con prudencia se acomoden, en el decir a la mentalidad
y al gusto de su siglo. Pero lo que es inmutable nadie lo turbe ni pretenda
cambiarlo. Muchas cosas se han dicho pero sin fundamento suficientemente
razonado sobre la “nueva Teología” (Pío XII también la llama así aquí), que evoluciona
simultáneamente a una con todas las demás cosas humanas, siempre en marcha, sin
llegar nunca. Si tal opinión se admitiera, ¿a qué se reducirían los dogmas
católicos que nunca cambian? ¿Qué sería de la unidad y estabilidad de la fe?”
(Actas de la Sede Apostólica, 38 (1946) 384-385).
Cinco días más tarde, el 22 de
septiembre de 1946, Pío XII dirigió un discurso a los Padres Dominicos reunidos para elegir a
su superior general, diciendo:
“Se ponen ahora en tela de juicio los mismos
principios de la Filosofía y los fundamentos de la Teología, que toda razón y
disciplina, si en realidad y de nombre se estiman por católicos, reconocen y
veneran. Se trata de la ciencia y de la fe, de su naturaleza y relaciones
mutuas, se trata de la misma base sobre la cual descansa la fe y que ningún
juicio de censura debe tocar.
Trátase de las verdades reveladas por Dios y
se pregunta si la mente humana puede penetrar en ella con nociones ciertas y
deducir de ellas otras verdades. Para decirlo en pocas palabras, lo que se
discute es si lo que Santo Tomás de Aquino edificó, fuera y por
encima de todo tiempo, reuniendo y reduciendo a síntesis los elementos que
cultivadores de la sabiduría de todos los tiempos lograron alcanzar, si esa
obra del Angélico descansa sobre roca firme, si es perpetuamente actual y valedera,
si sirve aún hoy para proteger y defender el sagrado depósito de la fe
católica, si es utilizable, además, para orientar con seguridad y moderación
los nuevos progresos de la Teología y Filosofía. La Iglesia afirma que si…”
(Actas de la Sede Apostólica, 38 (1946) 387).
FIG. 3 - HEREJES KARL RAHNER Y RATZINGER
El 12 de agosto de 1950, Pío XII publicó la Encíclica “Humani
Generis” en que trata más a fondo los problemas fundamentales de la nueva
tendencia demostrando “la incompatibilidad, la inconciliabilidad del inmanentismo, del idealismo, del materialismo histórico y
dialéctico y del existencialismo con el dogma católico”.
La “Nueva Teología” quería echar mano de las ciencias terrenas
para interpretar la Revelación, rechazando la sólida doctrina
del Angélico Santo Tomás de Aquino. Pero como sucedió posteriormente, el Vaticano II borró de un plumazo la condenación a esa corriente modernista,
adoptándola como fundamento para sus documentos
oficiales. Y cómo no extrañarlo, siendo que el Concilio fue dominado
por los progresistas alemanes (encabezados
por Frings,
Küng, Rahner, y Ratzinger Tauber).
TODO ESTO SUCEDIÓ
EN EL CONCILIO VATICANO II, HOY ES CRISIS
La crisis moderna en la Iglesia es apostasía, y para averiguar sus
orígenes tendremos que ir atrás pre-concilio. Dios y la Inmaculada Madre
nuestra nos guarde ante tanto engaño sutil judeo-masónico y de los iscariotes
modernistas, no nos queda de otra volver a la Sagrada Tradición. Amén.
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