El 13 de Febrero, recordamos a los ASESINADOS por la Democracia en 1945.
En menos de 3 horas fueron literalmente freídos más de 300.000 Alemanes en la Ciudad Hospital, Ciudad de Refugiados, Ciudad Abierta, Ciudad INDEFENSA de Dresde, 4.000 TONELADAS de Democracia & Libertad en forma de bombas incendiarias, de fósforo y de alto explosivo fueron las que provocaron la LIMPIEZA ÉTNICA & el HOLOCAUSTO más rápido de la historia.
“Si no pueden matar a un alemán con una bala, mátenlo con la bayoneta. Si hay calma en su parte del frente o esperar la lucha, maten un alemán mientras tanto. Si ustedes dejan a Alemania viva, los alemanes colarán a los rusos y violarán a las rusas. Si matan un alemán maten a otro –no hay nada más divertido para nosotros (los judios) que un puñado de cadáveres alemanes. No cuenten los días ni los kilómetros, cuenten solo el número de alemanes muertos por ustedes. Maten al alemán –esa es la solicitud de sus abuelas ¡maten a los alemanes!- esa es la oración de sus niños. ¡Maten a los alemanes! –su patria les pide. No fallen, no desistan ¡Maten!”— Ilya Ehrenburg (judío), Julio 7 de 1943.
Holocausto = olokaustos (ὁλόκαυστος: de ὁλον, ‘completamente’, y καυστος, ‘quemado’), en pocas palabras destrucción por fuego. El holocausto fue ALEMÁN, NO judío.
Los criminales bombardeos de Dresde también conocidos como la Masacre de Dresde, se llevaron a cabo hacia el final de la Segunda Guerra Mundial por parte de la Real Fuerza Aérea de Gran Bretaña y la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Con esos dos nombres se suele hacer referencia a los cuatro ataques aéreos consecutivos que se realizaron entre el 13 y el 15 de febrero de 1945, apenas doce semanas antes de la capitulación de Alemania.
BOMBAS INCENDIARIAS
Durante los mismos, entraron en acción la increíble cifra de más de mil bombarderos pesados, que dejaron caer sobre la “Florencia del Elba” cerca de 4.000 toneladas de bombas altamente explosivas y dispositivos incendiarios, arrasando gran parte de la ciudad y desencadenando una tormenta de fuego que consumió el centro histórico de la misma.
El segundo ataque, mayormente con bombas incendiarias de termita, se programó para tres horas más tarde de modo tal que los bomberos (que arribarían también de otras ciudades para apagar el fuego) resultasen víctimas del ataque. No hubo ninguna oposición en absoluto. Ningún caza alemán y ningún fuego antiaéreo.
Antes del alba, se produjo un tercer ataque con casi 150 mil bombas incendiarias y bidones de fósforo, para activar la horrorosa pira. Los cazas escoltas tenían la instrucción de descender al nivel de los tejados y barrer “blancos de oportunidad”. Abrieron fuego sobre masas de gente que atestaban las rutas fuera de Dresden y sobre cualquier cosa visible. Un grupo de niños, del famoso coro de la Iglesia de Kreuzkirche, fue masacrado en la calle del zoológico. Prisioneros de guerra británicos, que habían sido puestos en libertad ya que sus campos de internación estaban ardiendo, fueron ametrallados también.
CIUDAD ABIERTA
Dresde (Dresden, en alemán) era una ciudad de Alemania ubicada a 120 km. del frente del Este y albergaba a 800 mil refugiados que huían del avance soviético de Zhukov. Dresden, la hermosa y culta capital de Sajonia, fue declarada durante la Segunda Guerra Mundial, como ciudad abierta, ciudad blanca, ciudad hospital, es decir, no albergaba tropas, ni poseía fábricas de guerra, ni objetivos militares de ninguna clase. No poseía siquiera artillería antiaérea, pues había sido llevada al frente del Oder.
El número de víctimas varía enormemente en función de la fuente, pero la línea mantenedora de la historia oficial, lo sitúa entre 18.000 y 35.000 muertos. Por su parte, otros sectores, como la revista bimensual The Barnes Review o el historiador revisionista David Irving manejan cifras de hasta por encima de los 200.000 fallecidos.
El bombardeo de Dresde sigue siendo uno de los episodios más infames de la Segunda Guerra Mundial. En la actualidad ya no hay ninguna duda de que la capital sajona no era un objetivo de interés estratégico tal y como aseguran fuentes militares Aliados. Al contrario, el bombardeo fue una represalia desproporcionada e indiscriminada, o incluso si pudo tratarse de un crimen de guerra.
TRASFONDO Y FINES DEL ATAQUE AÉREO
A principios del año 1945, cuando el final de la guerra ya estaba cerca, los aliados acordaron realizar un golpe decisivo en la guerra contra Alemania. Los países occidentales habían alcanzado en noviembre de 1944 el río Rin, el ejército soviético había penetrado a finales de enero en la región del Gran Berlín atravesando el río Óder y por el Sur se disponía a la conquista de Silesia. Desde el Este, millones de refugiados llegaban a Alemania Central. Unidades aisladas del ejército alemán intentaban reagruparse de alguna forma a lo largo del variable frente, mientras el ejército soviético se preparaba en febrero y marzo para lanzar el ataque final sobre Berlín. Por el Oeste el proyecto de los Aliados consistía en llegar a la cuenca del Ruhr.
Por aquellas fechas la clara superioridad aérea del ejército aliado se utilizaba para preparar un ataque decisivo que permitiera la ocupación de Alemania. Las ofensivas se desarrollaban en todos los frentes, dirigidas a objetivos militares, de comunicación, administrativos y a lugares esenciales de producción, así como a minar la moral de la población. Con este fin, en los últimos meses de la guerra se llevaron a cabo incontables bombardeos sobre las ciudades alemanas, tanto grandes como pequeñas, hasta dejar algunas de ellas convertidas en escombros.
Durante el verano de 1944, el alto mando aliado ya había barajado la posibilidad de atacar por aire las ciudades del este de Alemania bajo el nombre en clave de Operation Thunderclap, pero el proyecto se había archivado el 16 de agosto. En enero de 1945, la Oficina de Inteligencia británica decidió reabrir la operación, al considerar que el ejército alemán podría cambiar la posición de 42 divisiones en el Frente Oriental. De este modo, la Royal Air Force modificó sus planes y Dresde, junto con Berlín, Chemnitz y Leipzig, se convirtió en un objetivo militar de primer orden.
En la Conferencia de Yalta, que tuvo lugar del 4 al 11 de febrero de 1945, los aliados, a petición de los soviéticos, acordaron llevar a cabo nuevos ataques aéreos en la zona oriental y por lo tanto sobre Dresde. Tenían que acabar con un nudo de comunicaciones y un centro productivo de primer orden situado en la retaguardia del Frente Oriental para impedir en lo posible la reubicación de tropas y la llegada de refuerzos a la vanguardia. Al mismo tiempo, los bombardeos tenían el propósito de evitar que el Ejército Rojo sufriese contraataques que demorasen su avance.
BOMBARDEO INÚTIL
El informe que la RAF distribuyó a sus pilotos la noche del ataque decía lo siguiente:
“Dresde, la séptima ciudad más grande de Alemania y no mucho menor que Manchester, es también el área urbanizada sin bombardear más extensa que tiene el enemigo. En pleno invierno, con refugiados esplazándose en masa hacia el oeste y tropas que necesitan descanso, los tejados escasean, no sólo para dar cobijo a trabajadores, refugiados y tropas por igual, sino para albergar los servicios administrativos que se han desplazado desde otras zonas. Antaño famosa por sus porcelanas, Dresde se ha convertido en una ciudad industrial de importancia prioritaria. […] Las intenciones del ataque son golpear al enemigo donde más lo sienta, en la retaguardia de un frente a punto de desmoronarse […] y enseñar a los rusos cuando lleguen de lo que es capaz el Comando de Bombarderos de la RAF— Ross, Strategic Bombing by the United States in World War II, McFarland 2003, pág. 180.Y Longmate, The Bombers, Hutchins 1983, pág. 333.
Curiosamente, las principales zonas industriales de la periferia, que tenían una extensión enorme, no fueron bombardeadas. Y si, las zonas centrales repletas de civiles inocentes. De acuerdo con Donald Miller:
“El trastorno económico habría sido mucho mayor si el Comando de Bombarderos se hubiese fijado como objetivo las áreas del extrarradio donde se concentraba la mayor parte de la capacidad industrial de Dresde”. Otros académicos sostienen que, en cualquier caso, “las plantas industriales de Dresde ya no desempeñaban un papel significativo en la industria militar alemana en esta fase de la guerra”. En la misma línea, el punto de vista revisionista reconoce que gran parte de las industrias estaban alejadas de la zona que fue bombardeada y que no constituía de ningún modo un objetivo “industrial, estratégico o militar de primer orden”.— Irving, The Destruction of Dresden (re-edición 2006), p. 73 en adelante.
SIETE DÍAS
Dresde ardió durante siete días, de acuerdo al diario de un prisionero de guerra inglés que se hallaba allí. Durante varios días después del ataque, Dresde se mantuvo cubierta por una niebla de humo y hollín. Y una constante lluvia de cenizas, húmedas y negras, cayó sobre la campiña circundante.
De toda la provincia partieron inmediatamente convoyes transportando provisiones. En la ciudad los esperaban escenas increíblemente macabras. Dos trenes, repletos de niños evacuados, habían recibido impactos directos. Los cuerpos de los pequeños se hallaban apilados, en montículos, en el patio de la estación. Seiscientos refugiados, que habían buscado cobertura en el sótano abovedado de la estación, resultaron muertos. Cien de ellos murieron quemados vivos por las bombas incendiarias y el resto pereció asfixiado por las emanaciones y el humo.
De los 19 hospitales más importantes de Dresde, 16 resultaron dañados y 3 totalmente destruídos. En la escuela de Vitzhum, que estaba siendo usada como hospital de emergencia, sólo 200 de los 500 pacientes resultaron evacuados a tiempo. Los 300 sin evacuar murieron en sus lechos. En la maternidad de Johannstadt resultaron muertas 200 personas, pero sufrieron tantas y tan horribles mutilaciones que sólo 138 pudieron ser identificadas. Muchas de las víctimas estaban tan achicharradas y carbonizadas que, literalmente, hubo que despegarlas del asfalto derretido y palear sus restos. Muchos cuerpos habían quedado reducidos por el fuego a menos de la mitad de su tamaño normal.
Desde el fin de la guerra el número de fallecidos en el bombardeo de Dresde ha sido objeto de constante revisión por parte de la comunidad académica. Las cifras exactas son difíciles de determinar. Los cálculos cuentan con la dificultad añadida de que, la ciudad, que en 1939 tenía una población de 642.000 habitantes, estaba en el momento del bombardeo atestada con cerca de 200.000 refugiados y miles de soldados heridos.
El nacionalismo alemán defiende la cifra del cuarto de millón de muertos, como en el artículo de Thomas Brehl, político y cofundador de la organización Kampfbund Deutscher Sozialisten. Esta es una cantidad superior inclusive a las de otros bombardeos aliados contra ciudades del Eje, como Tokio (100.000 muertos) o el Bombardeo de Hamburgo (Operación Gomorra) de casi 40.000 muertos.
Es un lugar común, de ámbito y vigencia prácticamente universal, que cuando se alude a grandes desastres sufridos por las poblaciones civiles en el transcurso de la II Guerra Mundial, inmediatamente, en el subconsciente de la gran mayoría de las gentes, se recuerdan los nombres de las dos ciudades japonesas, Hiroshima y Nagasaki, que fueron blancos inocentes, gratuitos y estúpidos de las bombas atómicas que mandó lanzar sobre ellas el presidente americano Harry Salomon Schippe Truman (Ver: Bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki).
Desgraciadamente, los devastadores efectos de los dos criminales bombardeos sobre aquellas ciudades japonesas fueron superados, de una sola tacada, por uno de los personajes más injustamente prestigiosos de la Historia moderna: el Honorable Sir Winston Churchill, que ordenó el bombardeo de Dresde.
En aquella hermosa ciudad de Sajonia, antaño denominada “la Florencia del Norte”, el día 13 de febrero de 1945, los aviones Aliados, ingleses y norteamericanos, bombardearon repetidamente la ciudad hasta destruirla por completo. No contentos con ello, el siguiente día, 14 de febrero, los cazas descendieron para ametrallar todo lo que aún se movía; ni los animales del zoológico se libraron de la vesania de los “Cruzados de la Democracia”.
Según los cálculos del Jefe de la Policía de la ciudad, hubo más de un cuarto de millón de muertos, es decir, casi unos cincuenta mil más que en las dos ciudades japonesas víctimas del bombardeo nuclear. Esa cifra fue confirmada por el escritor inglés F. J. P. Veale. En cualquier caso, se hizo muy difícil evaluar el número de muertos ya que, aparte de los civiles —mujeres, ancianos y niños que residían en la ciudad—, no se podrá calcular nunca con cierta exactitud el número de decesos, pues entre los que murieron calcinados hubieron muchísimos civiles recién llegados de los territorios del Este de Alemania que huían ante el avance del Ejército Rojo que cruzaba en esos días las fronteras del Reich a sangre y fuego (Ver: Expulsión de alemanes tras la Segunda Guerra Mundial). Dresde era una ciudad sin ningún objetivo militar digno de mencionar, ni ninguna industria importante que ni remotamente pudiera utilizarse para fines bélicos. Era, prácticamente, una ciudad-hospital, y —por así decirlo— una base de tránsito para el transporte de prisioneros (de hecho fallecieron en el bombardeo cientos de aviadores británicos y norteamericanos que trabajaban en la ciudad) y de civiles evacuados que buscaban refugio en la ciudad ante el avance de las tropas soviéticas.
En realidad, el caso de Dresde sólo es único por su magnitud. Hubo centenares, miles de bombardeos que —aunque calificados por la propaganda bélica británica de “strategical bombing” — no tenían otro objetivo que tratar de minar la moral de la población alemana y forzar, de manera particularmente torticera, la rendición del III Reich.
En el libro que tienes en tus manos, lector amigo, podrás ver, en facsímil, el documento secreto, desclasificado recientemente, dirigido por el General Ismay, de la R.A.F., al Primer Ministro Churchill, desaconsejándole, por inútil, costoso e inhumano, el llamado bombardeo estratégico, que otros ingleses, como el Comodoro del Aire, MacLean y el citado historiador F.J.P. Veale, calificaron de bombardeos “terroristas”.
Churchill fue desmentido por sus propios subordinados militares. Y lo más grave, es que la excusa de que el bombardeo de Dresde había sido solicitado por los soviéticos para facilitar su progresión en territorio alemán también fue desmentida por los propios servicios del “Viejo Tío Joe”, como llamaban Churchill y su compadre Roosevelt al sanguinario Zar Rojo Stalin.
— Prólogo de Joaquín Bochaca del libro “La destrucción de Dresde. El verdadero holocausto”, de David Irving
“No es cierto que yo, o alguien más en Alemania, quisiera la guerra en 1939. Fue deseada e instigada exclusivamente por esos hombres de estado quienes han sido judíos o han trabajado para intereses judíos. He hecho muchas ofertas para el control y limitación de armamentos, las cuales no podrán ser olvidadas por la posteridad, para que la responsabilidad del inicio de la guerra sea echada sobre mí…También quiero que nadie tenga ninguna duda, que esta vez han logrado que no sólo millones de niños arios en Europa mueran de hambre; hombres jóvenes han sufrido la muerte y no solo cientos de miles de mujeres y niños han sido bombardeados e incinerados hasta morir en las ciudades, sin que los verdaderos criminales hayan expiado su culpa, ni siquiera por medios humanos.No puedo abandonar la ciudad que es la capital de este Reich… al permanecer en esta ciudad quiero compartir mi destino con los otros millones de hombres que han decidido hacer lo mismo… Por tanto he decidido permanecer en Berlín y libremente escoger la muerte en el momento que yo crea que la posición del Führer y la propia Cancillería, no pueda ser más defendida…Muero con el corazón feliz, consciente de los incalculables legados y logros de nuestros soldados en el frente, de nuestras mujeres en casa, los logros de nuestros campesinos y obreros en su trabajo, y la contribución única en la historia, de las juventudes que llevan mi nombre. A ellos, desde el fondo de mi corazón, les expreso mi gratitud”— Testamento Político de Adolf Hitler, Dado en Berlín, el 29 de Abril de 1945 a las 04:00 AM.
“Alemania es nuestro enemigo público número uno. Es nuestro objetivo el declarar la guerra sin piedad contra ella. Uno puede estar seguro de esto: Vamos a liderar esa guerra”
– Bernard Lecache, presidente de la “International League Against Racism and Anti-Semitism”, en su periódico “Droit de Vivre” (Derecho a la Vida), 9 de noviembre de 1938.
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