Mucha indignación y perplejidad causa
leer la “encíclica" de Francisco, perplejidad y confusión
que suscita enseguida una pregunta, tal vez innoble, porque se trata de un
Pontífice de la Iglesia, (al menos eso parece) ---- ¿de qué lado está Bergoglio? ----
últimamente muy animado a ser demasiado condescendiente con los enemigos de la
fe. No me queda ya más palabras, solo una cosa, estar en estado de alerta, ya
que mi conciencia católica me predice --- ¡cuidado!--- con el enemigo --- ¡cuidado
que te podría arrastrar adorar ídolos del paganismo antiguo y moderno! ----Y lo
más preocupante las enormes cantidades de católicos concilies que
corren en pos de un "selfies"
con el hombre vestido de sotana blanca predicando las máximas del mundo,
demonio y carne. ¡Dios nos ampare, amén!
No podría ser yo
más exacto en analizar esta confusa encíclica sin
la ayuda del Espíritu Santo y con la responsabilidad que obliga mi profesión, del
cual siempre nos pone en el camino alguien quien por su profundidad,
experiencia y teología pueda desenmascarar
a los agentes infiltrados dentro de la Iglesia en este caso tan delicado. Abajo
les invito a leer muy atento este documento que descubre a los malvados.
Marco Antonio Guzmán Neyra | Facebook
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NUEVA RELIGIÓN ECOLOGISTA
Título original de su autor descrito al final del texto.
La Encíclica "Laudato Si" es desafortunada no solo
porque hay temas mucho más urgentes para la Iglesia en estos momentos, sino
porque viene a favorecer una serie de conceptos sociales falsos y dañinos para
el hombre.
En primer lugar, el documento se basa en la tesis,
completamente errónea, de que el planeta está sufriendo un "calentamiento
global".
Dice el documento: "Existe un consenso científico muy
consistente que indica que estamos en presencia de un preocupante calentamiento
del sistema climático". Si algo no existe es precisamente un
"consenso científico". Todo lo contrario.
La falsedad del "calentamiento global" fue creada
en ámbito iluminista-sionista para justificar una serie de medidas mundialistas
como el impuesto global al carbón, a los combustibles fósiles, etc... y, sobre
todo, medidas para reducir la "sobrepoblación" mundial que supuestamente
es la causa de dicho "sobrecalentamiento".
El 21 de noviembre de 2009 sucedió lo que se conoce como el
"climategate" o el "gran escándalo del
siglo", y es que un hacker entró a la red interna de la Unidad de
Investigación Climática (CRU) de la Universidad de East Anglia, Inglaterra, y
sustrajo más de mil correos que demostraban como los "científicos" de
este centro llevaban trece años mintiendo y manipulando las cifras térmicas
para hacer creer que existe un calentamiento global. Este centro provee los
análisis de temperatura a todo el mundo.
En un correo particular, el profesor Phil Jones, jefe del
CRU, relata la preparación de una figura para la declaración de la Organización
Meteorológica Mundial sobre el estatus global del clima en 1999. Escribe:
"He completado 'el truco de la naturaleza de Mike' de sumarle a las
temperaturas reales a cada serie por los pasados 20 años para esconder el declive".
Contrariamente a lo que postularon esos pseudo científicos
durante tantos años, y que sirvió a la creación del gran mito, hay evidencias
que demuestran lo contrario: el planeta se ha venido enfriando en las últimas
décadas. No solo padecemos inviernos cada vez más fríos y fenómenos de
congelamiento que antes no existían. También hay datos científicos, como el
arrojado por la sonda TIMED, lanzada al espacio por la NASA para medir la
variación anual de la temperatura atmosférica, que demuestran lo contrario al
mito del "calentamiento".
TIMED significa "Thermosphere, Ionosphere, Mesosphere
Energetics and Dynamics", y es una sonda lanzada por la NASA el 7 de diciembre de 2001 para medir las
temperaturas de la ionósfera, la mesósfera y la baja termósfera de nuestra atmósfera terrestre. A los ocho años, la sonda arrojó dos importantes datos
consistentes y reveladores: el planeta Tierra se está enfriando, y dicho
enfriamiento es debido a las variaciones en el ciclo solar. Es decir, ningún
calentamiento global y nada que ver con la "causa humana" postulada
por los ambientalistas y agentes del gobierno mundial.
En diciembre de 2009, un mes después de que se publicó el "escándalo del siglo" de la CRU, John Coleman, fundador del Weather
Channel, junto con más de 30,000 científicos, denunciaron a Al Gore por
fraude, al dedicar su Fundación, "The Climate Project", a
diseminar por todo el mundo la falsedad del calentamiento global.
No fueron los primeros científicos. Ya en junio de 2008 se
había llevado a cabo la firma de la "Declaración de Manhattan", suscrita por 500
científicos y liderada por los doctores Arthur Robinson y Scott Armstrong, y a
la cual se han sumado posteriormente otros 31,000 científicos. La Declaración
establece que es falsa la información de que se están fundiendo los glaciares y
de que la temperatura mundial se está incrementando. "Es una falsedad
interesada, porque miles de burócratas y políticos vienen a convencernos de que
el mundo está en peligro, y de que los necesitamos a ellos y sus sueldos para
salvarnos" señaló Armstrong.
El mito nació en 1970, en la ONU, cuando un grupo de
ambientalistas y políticos celebraron el "Día Mundial de la Tierra" y
decidieron lanzar, sin prueba científica alguna, la "alarma" del
supuesto "calentamiento global".
En 2007, la misma ONU auspició la publicación del Informe
Intergubernamental sobe el Cambio Climático (IPCC), el cual gratuitamente
predijo aumentos en las temperaturas globales durante los próximos 92 años que
pondrían en peligro el ecosistema terrestre. Los ambientalistas, liderados por
Al Gore, tomaron el IPCC como biblia a imponer por todo el mundo.
Otra falsedad, que se añadió a la primera, es que el supuesto calentamiento es atropogénico, es decir, originado por la sobrepoblación
humana. Aquí es donde los agentes del gobierno mundial argumentaron que es
necesario reducir la especie humana como asunto de supervivencia.
Sobrecalentamiento, escasez de alimentos, de agua y espacio, hacen necesario no
solo contener el crecimiento poblacional, sino reducirlo por cualquier medio
posible.
La bandera ambientalista que justifica reducir la población
mundial no solo es patrocinada por la ONU, fundaciones privadas se han sumaron
también a esa causa globalista. Una de las ponencias más escandalosas, durante
la Cumbre Mundial sobre el Clima llevada a cabo en Cancún en 2010, fue la de
Ted Turner, magnate fundador de CNN. Allí declaró abiertamente que "es
necesario reducir la población, de los 7 u 8 mil millones de habitantes que hay
actualmente, a unos 2 mil millones".
Bill Gates el gurú de Microsoft,
quien lleva a cabo campañas masivas de vacunación, sobre todo en África (de las
que han surgido enfermedades modernas de diseño) ha declarado que "si
hacemos un buen trabajo con nuevas vacunas, servicios de salud reproductiva,
atención médica, tal vez podamos reducir la población en un 10 o 15 por
ciento".
Joachim Shellnhuber, fundador del Instituto para el Impacto
Climático, a quien Bergoglio pidió presentar su Encíclica en El Vaticano, ha
declarado que es preciso reducir la población mundial a 7 mil millones a solo
uno y medio.
Ban Ki-Moon, Secretario General de la ONU, declaró
abiertamente, el 26 de octubre de 2009, que "Un acuerdo climático debe
incluir una estructura de Gobernancia Global". Nos preguntamos ¿qué tiene
que ver un acuerdo climático con un Gobierno de alcance mundial? No lo explicó,
solo se limitó a repetir el mantra sobre el cual se ha venido construyendo esa
gran mentira elitista y antihumana.
El segundo elemento lamentable de la Encíclica de Bergoglio
es que retoma conceptos tomados de la New Age. Ésta corriente de pensamiento
tiene sus más remotas raíces en la Sociedad Teosófica de la espiritista rusa
Helena Blavatsky. En 1885 escribió su "Doctrina Secreta" en la que
configuró el plan de un Gobierno Mundial y una religión mundial, objetivos
nacidos en la masonería iluminista.
Punto esencial de la New Age es la teoría del ecologismo
extremo, que viene a ser una forma moderna de panteísmo, al postular la figura
de la "hermana Tierra" o Gaia la "madre Tierra", y la idea
de "energía" que fluye a través de la naturaleza y de los seres
vivos.
Antropomorfismos como el de la "hermana Tierra"
usados por la Encíclica, aun si fueran solo metafóricos, no hacen sino preparar
el camino para la imposición de la "Carta de la Tierra", futura
"Constitución" del Gobierno Mundial diseñada para sustituir la tabla
de los 10 mandamientos. La Carta, que hoy tiene el status de una "ley
blanda", servirá de base para documentos vinculantes a ser adoptados por
los gobiernos como parte de una "ética" global.
El ecologismo extremo está cargado de análisis marxista, y ha
venido a ser una reelaboración de la teología de la liberación en términos
pseudo científicos. Este es el tercer elemento preocupante de la Encíclica de
Bergoglio.
Padre de la teología ecologista es Leonardo Boff quien, en el
Congreso Continental de Teología, llevado a cabo en Brasil en 2012, hizo una
invitación a reinterpretar el cristianismo para salvar a la
"crucificada" Madre Tierra. Declaró: "Dentro de esa opción por
los pobres (propugnada por la Teología de la Liberación) hay que meter al gran
pobre que es la Madre Tierra, que es Pachamama, es la Magna Mater, es la
Tonantzin, es la Gaia, es el gran pobre devastado y oprimido".
Citando a Jon Sobrino, otro liberacionista asistente al
congreso, Leonardo Boff subrayó que "la Tierra esta crucificada, hay que
bajarla de la Cruz, hay que resucitarla y eso es la tarea de una eco-teología
de la liberación".
Según Boff el universo es "autoconciente", y la
"Tierra ha comenzado a pensar, sentir y amar". "La teología de
la liberación nació escuchando y explicando el grito de los pobres, pero no
solo los pobres gritan: gritan las aguas, gritan los árboles, gritan los
animales, gritan los vientos, la Tierra grita", dijo.
En un análisis marxista, propio de esa eco-teología, la
Encíclica contrapone los marginados de las periferias a las transnacionales
ecocidas. Sin ningún miramiento se atreve a sentenciar: "Esas situaciones
provocan los gemidos de la hermana tierra que se unen a los gemidos de los
abandonados del mundo". ¿En dónde está la relación entre el supuesto
"calentamiento global" (que afecta a la "hermana tierra") y
la pobreza existente en las periferias y los abandonados del mundo? No se
explica, simplemente es lanzado como sentencia ideológica.
Una oscura y estrecha visión de la Encíclica sobre la historia
ignora los enormes logros que la innovación en los mercados y la tecnología han
aportado para sacar de la pobreza a cientos de millones de seres humanos. El
documento está lleno, más bien, de sentencias reminiscentes de los más
radicales ambientalistas marxistas.
Como diría Michael Shellenberger, presidente del Breakthrough
Institute y co-autor de An Ecomodernist Manifesto: "Cuando el
Papa habla de "fe irracional en el progreso humano", quisiera que él
visitara el Congo para que vea cómo es la vida allí sin ese progreso".
El escritor francés Pascal Bruckner ha observado que el
ambientalismo moderno se compone esencialmente de la farsa condenatoria de dos
ideologías surgidas en el Siglo XX: el marxismo, que condenó el capitalismo por
los problemas de la humanidad, y la ideología del "Tercer Mundo", que
condenó el progreso de Occidente.
Bergoglio se lanza contra aquellos que sostienen el mito del
"progreso material ilimitado", pero a la vez hace un llamado en pro
de las energías renovables. La pregunta es ¿cómo se van a descubrir y promover
esas energías renovables si no es a través de los avances de la tecnología y de
la inversión?
Francisco asume el tono apocalíptico de los ambientalistas
radicales, lo cual es verdaderamente irónico. El verdadero Apocalipsis que el
Evangelio nos ofrece es el de la esperanza en el inminente retorno de Jesucristo
para gozo de los buenos. En cambio, la Encíclica demuestra ser el documento
menos esperanzador surgido en la historia de la Iglesia.
"Laudato Si", muy aparte de lograr concientizar
sobre el deber de cuidar el planeta, debido a estos tres perniciosos elementos
se puede convertir más bien en un instrumento de manipulación ideológica por
parte de quienes pretenden imponer una religión mundial y un gobierno mundial.
Diría el gran teólogo Moltmann: "Si la Biblia se vuelve ecologista, el hombre deja de ser el centro y soberano del
mundo, y se convierte en el último llegado a una Tierra que debe tutelar. Todo
un cambio de fe respecto a la visión del hombre".
La eco-teología que inspira la Encíclica de Bergoglio no se
basa en el mandato divino "Poblad y dominad la Tierra" (Gen 9-7), se
basa en una ideología que es totalmente contraria a ese mandato divino.
El ambientalista Schellnhuber, promotor de la reducción
poblacional y del Gobierno Mundial, presenta la Encíclica "Laudato
Si" en El Vaticano.
Tomado de la fuente :
http://ultimostiempos.org/autor
José Alberto Villasana Munguía es escritor y analista de
escenarios políticos, económicos y religiosos internacionales.
Por su formación en Teología (U. Gregoriana de Roma), Filosofía (U. Angelicum
de Roma), Humanidades Clásicas (C.E.S. Salamanca, España) y Comunicación
Internacional (ITAM), ha logrado desentrañar las consecuencias de los
movimientos contraculturales modernos, dedicándose a comprender los conflictos
que aquejan al hombre contemporáneo.
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