viernes, 16 de diciembre de 2011

LA SANTA IGLESIA SIEMPRE HA DENUNCIADO QUE LA MASONERIA ES ENEMIGA DE DIOS Y SU CRISTO



ENCÍCLICA “HUMANUM GENUS” (*[1])
(20-IV-1884)

ACERCA DE LA MASONERÍA Y OTRAS SECTAS
LEÓN PP. XIII

VENERABLES  HERMANOS: SALUD Y BENDICIÓN APOSTÓLICA

1.     Ciudad terrenal y ciudad de Dios. 
El humano linaje, después de haberse, por envidia del demonio, miserablemente separado de Dios, Creador y dador de los bienes celestiales, quedó dividido en dos bandos diversos y adversos, de los cuales el uno combate asiduamente por la verdad y la virtud, y el otro por cuanto es contrario a la virtud y la verdad.  El uno es el reino de Dios en la tierra, es decir, la verdadera Iglesia de Jesucristo, a la cual, quien quisiere estar adherido de corazón y según conviene para la salvación,  necesita servir a Dios y su Unigénito Hijo con todo su entendimiento y toda su voluntad: el otro es el reino de Satanás, bajo cuyo imperio y potestad se encuentran todos los que, siguiendo los funestos ejemplos de su caudillo y de nuestros primeros padres, rehúsan obedecer la ley divina y eterna, y acometen empresas contra Dios o prescindiendo de Dios mismo.  Agudamente conoció y describió AGUSTÍN estos dos reinos a modo de dos ciudades de contrarias leyes y deseos, compendiando con sutil brevedad la causa eficiente de una y otra en estas palabras : Dos amores edificaron dos ciudades : el amor de sí mismo hasta el desprecio de Dios, edificó la ciudad terrena; el amor de Dios hasta el desprecio de sí mismo, la celestial([2]) Durante toda la continuación de los siglos contienden entre sí con varias y múltiples armas y peleas, aunque no siempre con igual ímpetu y ardor.
La Sociedad masónica.  En nuestros Días, todos los que favorecen la peor parte parecen conspirar a una y pelear con la mayor vehemencia, siéndoles guía y auxilio la sociedad que llaman de los Masones, extensamente dilatada y firmemente constituida.  Sin disimular ya sus intentos, audacísimamente se animan contra la majestad de Dios, maquinan abiertamente y en público la ruina de la santa Iglesia, y esto con el propósito de despojar, si pudiesen, enteramente a los pueblos cristianos de los beneficios que les granjeó JESUCRISTO Nuestro Salvador.  Llorando Nos estos males, somos compelidos por urgente caridad a clamar repetidamente a Dios : He aquí que tus enemigos vocearon y levantaron la cabeza los que te odian.  Contra tu pueblo determinaron malos consejos, y discurrieron contra tus Santos.  Venid, dijeron y hagámoslos desaparecer de entre las gentes(2).
Obligación Pontificia.  En tan inminente riesgo, en medio de tan atroz y porfiada guerra contra el nombre cristiano, es Nuestro deber indicar el peligro, señalar los adversario, resistir cuanto podamos sus malas artes y consejos para que no perezcan eternamente aquellos cuya salvación Nos está confiada, y no sólo permanezca firme y eterno el reino de Jesucristo que Nos estamos obligados a defender, sino que se dilate con nuevos aumentos por todo el orbe.
En esta licencia en el escribir e insaciable ansia de aprender.  Grande obra, sin duda; pero en ella será vuestro primer auxilio y partícipe de vuestros trabajos el Clero, si os esforzáis porque salga bien disciplinado e instruido.  Mas empresa tan santa e importante llama también en su auxilio el celo industrioso de los laicos que juntan en uno el amor de la religión y de la patria con la probidad y el saber.  Aunadas las fuerzas de una y otra clase, trabajad, Venerables Hermanos, para que todos los hombres conozcan bien y amen a la Iglesia; porque cuando mayor fuere este conocimiento y este amor tanto mayor será la repugnancia con que se miren las sociedades secretas y el empeño en huirlas.
La Orden Tercera de San Francisco.  Y aprovechando esta oportunidad, renovamos ahora justamente Nuestro encargo, ya repetido, de propagar y fomentar con toda diligencia la Orden Tercera de San Francisco, cuyas reglas con lenidad prudente hemos moderado hace poco.  El único fin que le dio su autor es traer a los hombres a la imitación de JESUCRISTO, al amor de su Iglesia, al ejercicio de toda virtud cristiana; mucho ha de valer, por tanto, para extinguir el contagio de esas perversísimas sociedades.  Auméntese, pues, cada día más esta Santa Congregación, que además de otros muchos frutos, puede esperarse de ella el insigne de que vuelvan los corazones a la libertad, fraternidad e igualdad, no como absurdamente las conciben los masones, sino como las alcanzó JESUCRISTO para el humano linaje y las siguió SAN FRANCISCO : esto es, la libertad de los hijos de Dios por la cual nos veamos libres de la servidumbre de Satanás y de las pasiones.  Nuestros perversísimos tiranos; la fraternidad que dimana de ser Dios Nuestro Creador y Padre común de todos; la igualdad que , teniendo por fundamentos la cridad y la justicia, no borra toda diferencia entre los hombres, sino con la variedad de condiciones, deberes e inclinaciones forma aquel admirable y armonioso acuerdo que pide la misma naturaleza para la utilidad y dignidad  de la vida civil.
18. Los gremios de obreros católicos y las Cofradías. Viene en tercer lugar una institución sabiamente establecida por Nuestros mayores e interrumpida por el transcurso del tiempo, que puede valer ahora como ejemplar y forma de algo semejante.  Hablamos de los gremios y cofradías de trabajadores con que, al amparo de la religión, defendían juntamente sus intereses y buenas costumbres.
Y si con el uso y experiencia de largo tiempo, vieron Nuestros mayores la utilidad de estas asociaciones, tal vez la experimentaremos mejor Nosotros por lo acomodadas que son para invalidar el poder de las sectas.  Los que sobrellevan la escasez con el trabajo de sus manos, fuera de ser dignísimos en primer término de caridad y consuelo, están más expuestos a las seducciones de los malvados: que todo lo invaden con fraudes y dolor.  Débaseles por tanto ayudar con la mayor benignidad posible y atraer a congregaciones honestas, no sea que los arrastren a las infames.  En consecuencia, para salud del pueblo tenemos vehementes deseos de ver restablecidas en todas partes, según piden los tiempos, estas corporaciones bajo los auspicios y patrocinios de los Obispos.  Y no es pequeño Nuestro gozo al verlas ya establecidas en diversos lugares en que también se han fundado sociedades protectoras, siendo propósito de unas y otras ayudar a la clase honrada de los proletarios : socorrer y custodiar sus hijos y sus familias, fomentando en ellas con la integridad de las buenas costumbres, el amor a la piedad y el conocimiento de la Religión.
Sociedad de San Vicente. Y en este punto no dejaremos de mencionar la sociedad llamada de San Vicente de Paúl, tan benemérita de las clases pobres y de tan insigne espectáculo y ejemplo.  Sábense sus obras y sus intentos, como que enteramente se emplea en adelantarse al auxilio de los menesterosos y de los que sufren, y ésto con admirable sagacidad y modestia; por cuanto menos quiere mostrarse, tanto es mejor para ejercer la caridad cristiana y más oportuna para consuelo de las miserias.
19. La preocupación por la juventud.  En cuarto lugar, y para obtener más fácilmente lo que intentamos, con el mayor encarecimiento encomendamos a vuestra fe y a vuestros desvelos la juventud, esperanza de la sociedad.  Poned en su educación vuestro principal cuidado, y nunca, por más que hagáis, creáis haber hecho lo bastante para preservar a la adolescencia de las escuelas y maestros de que pueda temerse el aliento pestilente de las sectas.  Exhortad a los padres, a los directores espirituales, a los párrocos, a que insistan, al enseñar la doctrina cristiana, en avisar oportunamente a sus hijos y alumnos de la perversidad de estas sociedades y que aprendan desde luego a precaverse de las fraudulentas y varias artes que suelen emplear sus propagadores para enredar a los hombres.  Y aún no harían mal los que preparan a los niños, para bien recibir la primera comunión, en persuadirles que se propongan y empeñen a no ligarse nunca con sociedad alguna sin decirlo antes a sus padres, o sin consultarlo con su confesor, o con su párroco.
20. Exhortación : Orar.  Bien conocemos que todos Nuestros comunes trabajos no bastarán para arrancar estas perniciosas semillas del campo del Señor si desde el cielo el dueño de la viña no secunda Nuestros esfuerzos benignamente.  Necesario es, pues, implorar con vehemente anhelo e instancia su poderoso auxilio como y cuanto lo piden la extrema necesidad de las circunstancias y la grandeza del peligro.  Levántase  insolente y regocijándose de sus triunfos la secta de los masones, ni parece poner ya límite a su pertinacia.
Préstanse mutuo auxilio sus sectarios todos unidos en nefando consorcio y por comunes ocultos designios, y unos a otros se excitan a todo malvado atrevimiento.  Tan fiero asalto pide igual defensa; es , a saber : que todos los buenos se unan en amplísima coalición de obras y oraciones.  Les pedimos, pues, por un lado, estrechando las filas firmes y de mancomún resistan los ímpetus cada día más violentos de los sectarios; por otro que levanten a Dios las manos y le supliquen con grandes gemidos, para alcanzar que florezca con nuevo vigor la Religión Cristiana,  que goce la Iglesia de la necesaria libertad, que vuelvan a la buena senda los descarriados; y al fin, abran paso a la verdad los errores y los vicios a la virtud.
Tomemos por Nuestro auxilio y mediadora a la VIRGEN MARÍA MADRE DE DIOS, ya que venció a Satanás en su Concepción Purísima, despliegue su poder contra todas las sectas impías, en que se ven claramente revivir la soberbia contumaz, la indómita perfidia y los astutos fingimientos del demonio.
21. Conclusión : Pongamos por intercesor al Príncipe de los Ángeles del Cielo, SAN MIGUEL, que arrojó al abismo a los enemigos infernales; a SAN JOSÉ, esposo de la Virgen Santísima, celestial patrono dela Iglesia Católica; los grandes Apóstoles, SAN PEDRO Y SAN PABLO, sembradores de la fe cristiana y sus invictos defensores.  En su patrocinio y en la perseverancia de todos en la oración, confiamos que Dios acuda oportuna y benignamente al género humano, expuesto a tan enormes peligros.  Y en prenda de los dones celestiales y de Nuestra benevolencia, con el mayor amor os damos la bendición Apostólica en el Señor, a vosotros, Venerables Hermanos, y al Clero y pueblo todo confiado a vuestro cuidado.
Dado en Roma, junto a San Pedro, a 20 de Abril del año 1884, séptimo de Nuestro Pontificado.

PAPA LEÓN  XIII.




(*) Acta Sanctae Sedis, vol. XVI, p. 417.
[2]  De Civit. Dei. Lib. XIV, c. 17.
(2) Ps. 82, 2-4.


"Ahora entendemos la situación moral del mundo actual , es la obra de las tinieblas cuyos hijos son manifiestos como aceptados masones prodigados o dispersos por todo el mundo. Al fin la verdad sale a la luz .


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