Nota de Radio Cristiandad: Subleva el ánimo saber que, a pesar de todo lo que conocen en la FSSPX (el autor citado es sacerdote de la misma), se dieran gracias al Cielo y le atribuyeran a la Santísima Virgen María el “milagro” por Summorum Pontificum, lo que fue sin dudas el verdadero sepulcro de la Santa Misa Tradicional…
ANNIBALE BUGNINI (1912-1982)
¿Quién era el Padre Bugnini?
Director de las Ephemerides liturgicæ, el Padre Annibale Bugnini, C.M. había sido miembro de laCommissio piana (1948-1960) y luego Secretario de la comisión preconciliar (1960-1962). Vale la pena mencionar que también era un profundo admirador de los trabajos del Centro de Pastoral Litúrgica francés. Pero en 1962, a instancias del Cardenal Larraona, Presidente de la comisión conciliar de laliturgia, Juan XXIII relevó a Annibale Bugnini de su cátedra de docencia de liturgia en Letrán “me acusaban de iconoclasta” confesó Bugnini (*103)
Juan XXIII no quiso guardarlo en sus funciones de secretario de la comisión conciliar y nombró en su lugar al Padre Ferdinando Antonelli. Pero Pablo VI nombró a Bugnini Secretario del Consilium en 1968.
Monseñor Lefebvre solía contar a sus seminaristas una anécdota (*104)
En diciembre de 1967, durante una asamblea de la Unión Mundial de los Superiores Generales a la que asistió Monseñor Lefebvre, el Padre Annibale Bugnini fue invitado a exponer su misa normativa. Lo hizo con gran tranquilidad: para la participación de los fieles — dijo — había que cambiar toda la primera parte de la misa, suprimir el Ofertorio (que sobraba al lado del Canon) y las oraciones del sacerdote antes de la comunión, cambiar y diversificar las oraciones eucarísticas, etc. “Mientras oía esa conferencia, que duró una hora contaba Monseñor Lefebvre —, me decía a mí mismo: ‘¡No puede ser que ese hombre tenga la confianza del Santo Padre, y que el Papa lo haya elegido para hacer la reforma de la liturgia!’ Teníamos ante nosotros a un hombre que pisoteaba la liturgia antigua con un desprecio y un descaro inimaginables. Yo, que suelo tomar la palabra con facilidad, como lo había hecho en el Concilio, no tuve valor para ponerme de pie; estaba consternado; las palabras se me atragantaban. Sin embargo, se levantaron dos Superiores Generales. El primero dijo: ‘¡Padre, si entiendo bien, después de suprimir el Confiteor y el Ofertorio, acortar el Canon, etc., una misa privada durará entre diez y doce minutos!’ El Padre Bugnini respondió: ‘¡Siempre se puede añadir algo más!’
Bien se veía la poca importancia que le daba a la Misa y a la manera de decirla
“El segundo, un abad benedictino, intervino: ‘La participación activa, ¿es una participación corporal o espiritual?‘ ( Buena pregunta). ‘La misa normativa está prevista en función de una asistencia de los fieles, pero nosotros, benedictinos, que decimos nuestra misa sin fieles, ¿qué haremos ahora?’ La respuesta de Bugnini fue la siguiente: ‘A decir verdad, no habíamos pensado en ello’. Eso dice bastante sobre el espíritu de esa reforma”
Otro día, el Arzobispo escuchó de boca de Monseñor Cesario D’Amato, Abad de San Pablo Extramuros (*105) “Monseñor, no me hable del Padre Bugnini, sé demasiado sobre él, ¡no me pregunte quién es!”
Ante la insistencia del Prelado, el Abad le repitió: “No puedo hablarle de Bugnini”
” Pero ¿Quién es este Bugnini?” Se preguntaba Mons. Lefebvre. El Card. Antonelli, decía de él: “Podría decir muchas cosas de este hombre. Debo añadir que siempre ha sido sostenido por Pablo VI. No quisiera equivocarme, pero la laguna más notable en el P. Bugnini es su falta de formación y de sensibilidad teológica” (*106)
El Canónigo Andrea Rose, que trabajó a su lado, decía que “Bugnini carecía de profundidad de pensamiento. Fue grave nombrar a un veleta como él en el puesto que desempeñaba. ¡Que la gestión de la liturgia estuviera en manos de un hombre semejante, de un superficial…! (…) Manipulaba a Pablo VI : iba a informarle, pero le contaba las cosas a su sabor. Luego volvía diciendo: ‘El Santo Padre desea esto, el Santo Padre desea aquello’; pero era él quien, pordebajo de cuerda…” (*107)
En una visita al Cardenal Amleto Cicognani, que aún era Secretario de Estado, en febrero de1969, para expresarle su inconformidad por los nuevos cánones, Monseñor Lefebvre le preguntó: “Eminencia, ¡no puede dejar pasar esto! Es una revolución en la liturgia y en la Iglesia” “¡Ya lo sé, Monseñor!” — le respondió el Cardenal, con la cabeza entre las manos —,pienso exactamente igual que usted. Pero ¿qué quiere que haga? ¡El Padre Bugnini entra y sale del despacho del Santo Padre y le hace firmar lo que quiere! ”
Pasando luego a la Congregación de Ritos, Monseñor Lefebvre habló de la comunión en la mano (cuyo decreto de autorización estaba en preparación en el Consilium con el Cardenal Gut, que le confesó: “Soy Prefecto de la Congregación de Ritos, pero no soy yo quien manda aquí. Adivine usted quién es el que manda …” El omnipotente Padre Bugnini…
La influencia de Annibale Bugnini sobre Pablo VI y el modo “dictatorial”de sus decisiones, pasando por encima de los prefectos de la Congregación de Ritos, siguen siendo un enigma. “Es indudable — decía Mons. Lefebvre en 1974 — que entre el Santo Padre y los organismos que están en manos de Monseñor Bugnini han sucedido algunas cosas inadmisibles. Algún día se sabrá todo”
El Arzobispo creyó “saberlo” cuando Pablo VI, con motivo de la fusión de la Congregación del Culto Divino con la de los Sacramentos, el 11 de julio de 1975, puso fin a las actividades de Monseñor Bugnini, para nombrarlo, sólo seis meses después, Pro-nuncio en Teherán. Corrió la noticia de que una cartera comprometedora, que Annibale Bugnini había extraviado, revelaba su pertenencia a la masonería. Sin embargo, él aseguró a Pablo VI que no sabía nada sobre la masonería, “ni qué es, ni qué se hace, ni cuáles son sus fines” (*108)
En el año 1976 circuló la correspondencia apócrifa entre Bugnini y un supuesto Gran Maestre, y también circularon listas de afiliaciones de muchos prelados de la Curia y otros a una sociedad secreta romana, de 1963 a 1971.
Bugnini, “Buan” para los iniciados, se habría inscrito el 23 de abril de 1963. Monseñor Lefebvre dio crédito al rumor y a esos documentos sospechosos, y publicó lo siguiente: “Nos hemos enterado en Roma de que quien fue el alma de la reforma litúrgica es un masón” El misterio o la mistificación perduran.
Incompetente, sin formación doctrinal, superficial, manipulador, sospecho de masonería, “iconoclasta” y lleno de desprecio por la liturgia tradicional : tales parecen ser las “cualidades” del principal autor del N.O.M. Que se nos perdone la ironía, pero se nos viene a la mente el dicho : “A tal palo, cual astilla…”
Fuente:
Citas:
(*94) Annibale Bugnini, Declaración de la Congregación de Ritos y del Consilium de liturgia del 4 de enero de 1967, citado por LouisSalleron en La Misa Nueva, Iction (1978), p. 217.
(*103) Citado por Mons. Tissier en en Marcel Lefebvre, une vie, Clovis (2002).
(*104) Citada por Mons. Bernard Tissier de Mallerais en Marcel Lefebvre, une vie, Clovis (2002), p. 414-425
(*105) Nombrado en 1960 miembro de la comisión preparatoria para la reforma litúrgica, de la que formaban parte Antonelli y Bugnini.
(*106) Revista Sí Sí No No de abril 2000, Preciosa contribución a la historia de la Reforma litúrgica
(*107) Revista Sí Sí No No de marzo de 2005, Otra preciosa contribución a la historia de la Reforma litúrgica
(*108) Carta a Pablo VI, 22 de octubre de 1975, citada por el mismo Bugnini en
La reforma, p. 81